sábado, 19 de diciembre de 2015

PRIMAVERA

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Amanece el primer día de primavera
en el hermoso valle. Los hielos
se derriten y fluyen manantiales
de pura y transparente agua
por las laderas de las montañas.
Los torrentes aumentan el caudal
de un cercano río. La dinámica
de la naturaleza producida por el cambio
de estación es el panorama que se observa
desde la pequeña aldea. Veinte casas
la constituyen y solo cinco familias
habitan este perdido y olvidado
paraje natural. El valle es extenso,
la llanura está limpia de accidentes
lo que permite las tareas agrícolas,
la plantación de pequeños huertos
que son el trabajo, el alimento,
la vida de estos pocos aldeanos.
Es triste ver este paraíso tan bello
casi abandonado. Llega la estación
más deseada por estas pobres gentes
que sueñan durante el duro invierno
la dulce llegada del buen tiempo.


                 2
Un radiante sol ilumina
toda la sierra. Crecen las plantas,
el campo se llena de vegetación,
los árboles florecen para más tarde,
durante el verano, dar sus frutos.
Hay ilusión por trabajar,
por realizar sus actividades
ahora que el tiempo no lo impide.
Los tres únicos niños
que viven en esta solitaria aldea
disfrutan de las soleadas mañanas,
juegan, van a las montañas, trepan;
cogen plantas de muy diverso género,
unas las conocen, otras las entregan
al curandero que vela por la salud
de los aldeanos. Unos animales ayudan
en la labor agrícola, otros son llevados
a las montañas para pastar.
El trabajo es duro pero todos lo realizan
con deseo; les gusta la vida activa
que durante las hostiles estaciones
tienen que abandonar. El letargo pasado
ahora se ve recompensado con estas labores
que dan salud, bienestar y alegría de vivir
a estas buenas gentes que se resisten
a abandonar su entorno natural.

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