...Y amaneciste en mi vida y me entregaste tu corazón
enamorado. Glorificaste de cariño y de ilusión
mi existencia castigada durante tantos años
por tantas frustraciones injustas y condecoraste de aromas
de nuevas sensaciones y de sueños y esperanzas
mi alma desconsolada y agotada que no merecía más
esa situación de tan amarga soledad.
Desde que llegaste a mi ser, una nueva
realidad por siempre enternecedora inundó
mis entrañas, que sintieron el encanto,
la pasión, la emoción y la felicidad
de una doncella adorable, de una musa
tan celestial como tú, Concepción de mi mundo...
El destino al final nos ha deparado
la fortuna infinita de nuestro universo
amoroso y vital. Sí, todo un horizonte
de bienestar presente y esperanza futura
disfrutamos porque tú me quieres, porque
yo te quiero, porque te anhelo y te aprecio,
porque todo tu ser es bondad y ternura, porque
eres un ángel caído del cielo, eres un tesoro de pureza
y verdad prometedora que enriquece mi espíritu
y que ansía la grandeza de tu amor para siempre.
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