martes, 15 de diciembre de 2015

CANTO A LA INFANCIA

Fueron mis sueños y vivencias infantiles
el paraíso que nunca olvidaré. Fueron
ternuras de un cielo repleto de bellezas
que llenaron de fantasías imborrables
las sensitivas entrañas de mi corazón.
Infancia dichosa, manantial de pureza
que disfruté, rosa de un viento lejano
que vuelve y se ordena en mi presente.
Fue mi infancia una entrañable etapa,
era el despertar de mi vida, era la verdad
de unos sueños, fueron esos sueños
un reflejo de hermosura transmitida
y recreada por una mente sana y fértil
que me llenaba de realidades enternecedoras.
Soñar en la infancia, oh encanto divino,
soñar y disfrutar de lo primorosa
que puede llegar a ser la vida, oh infancia,
qué eterna gloria sucedida, qué alegría
de vivir sintiendo así la pureza
del mundo que me rodeaba. Volver quiero,
quisiera volver a maravillarme
con la transparencia de esos ambientes
oníricos, con la fruta celestial de ese mundo
que surgió y brotó en las entrañas
de mis pensamientos y fantasías inmensas.
Ser niño y respirar el aroma
de la ternura infantil, ser un alma
que recibe tanta dicha, tanto bienestar
agradable. Infancia, quisiera volver, volver
a tenerte y seguir soñando con tantas
aventuras sentimentales, quisiera volver
a respirar esas purísimas fragancias
vitales que me enamoraban de gozo,
de felicidad, de encanto, de nuevas rosas
sensitivas. Oh vivencias infantiles, verdades
que quiero y a las que no puedo volver.
Todo fue un sueño, todo fue un perfume
que respiré y que se disolvió en mis entrañas.
Quiero volver, insisto, porque la pureza
de la vida estaba allí, ese es para mí
el mejor manantial de la existencia.
¿Nostalgia?... Sí, recuerdos de que aquello
fue trascendente porque conocí que la vida
posee la flor de la belleza, que aquello
fue hermosura y pude sentirlo, comprobarlo,
llenarme de tanta pasión bendita
que ahora rememoro con añoranza.
La sensación de mi vida infantil,
¿volverá? No. Solo queda en la memoria
porque todo fue un volcán de vida
apetecible y sagrada que se me escapó
y que solo se palpita una vez. Adiós
mundo feliz, adiós infancia mía
para siempre, te tendré en mi universo
futuro, me sentiré niño, querré volver...
¿volver? ¿infancia? ¿sueños? Todo espejismos
de lo que fue, de lo que soy, del presente
en el que a veces siento vivencias
casi infantiles. Retorno a la infancia,
jardín exuberante de mis entrañas
sensitivas, verdadera experiencia inalcanzable
y trascendente en mi horizonte vital.
¿Fue un sueño o lo estoy viviendo?
¿Fue mi niñez sucedida la verdad
que ahora recibo en mi presente?
Pureza de una etapa que me fascina
y que siento volver porque los buenos recuerdos
hacen sentir plenamente la vida
y porque todos somos niños
que hemos evolucionado pero que somos
infancia porque siempre la recordamos,
la queremos, a ella volvemos.
Paraíso de la existencia, ¡infancia!
¡Adiós! ¡Sé siempre bienvenida!
Quédate conmigo, recuerda la vida,
siente que todo es dulzura, no retornes
al futuro y recuerda que estoy con el aroma
de aquella vida, de tu verdad
clamando con ansias en los latidos
de mi alma, de mi corazón,
de mis entrañas, venas y sangre confundidas.

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