sábado, 4 de junio de 2016

DECLARACIÓN DE AMOR

Mi querida y soñada Cristina: Te escribo desde este hospital universitario de nuestra ciudad. Una crisis de ansiedad me ha apartado de repente de nuestro entorno vecinal y ahora procuro recuperarme con estas líneas para dedicarte sincera y plenamente mi amor hacia ti, mi hermosa y dulce doncella de veinte años. Aunque sé que te doblo la edad y solo nos conocemos de vista, necesito la felicidad que nada más que tú, en estos difíciles momentos de mi vida, podrías proporcionarme. A pesar de que observo que mi presencia cuando nos encontramos por la calle no te es agradable, anhelo ahora más que nunca rehacer mi vida contigo. Necesito la salud, la ilusión, el bienestar, el cariño y el gozo de tu compañía, de iniciar una nueva etapa en mi existencia y que tú despiertes igualmente a la dicha del amor, pues siempre, desde que te he visto crecer, has estado muy sola y la soledad es una triste realidad que a veces se hace tremendamente insoportable. Quiero, sueño, anhelo la oleada de sensaciones que nuestro amor podría regalarnos, si tú quisieras entregarte a mí, sin prejuicios ni nada que nos lo pueda impedir porque te quiero fervorosamente y mi mente no hace otra cosa que pensar en ti. Desde que enviudé hace cuatro años --como supongo que sabrás por otras personas--, mi existencia ha sido muy dura, no rindo bien en mi trabajo de funcionario y voy de capa caída en mi progreso personal y laboral. A propósito, te vi no hace mucho tiempo en la Facultad de Bellas Artes de nuestra ciudad, ha sido una casualidad y una grata sorpresa encontrarte en un sitio así, pues supongo que estarás estudiando esa preciosa carrera. Pues bien, Cristina, amor mío, yo comparto también esa afición, esa pasión, esa ilusión y fantasía desmedidas por la estética del arte, ya sea dibujo, acuarela, pintura... ha sido un universo que durante muchos años he cultivado y la única terapia que me ha hecho superar, o, al menos, apaciguar los momentos y circunstancias difíciles en mi vida. Oh, sí, Cristina, ven ahora a mi ser, quiéreme, ayúdame, te adoro, te admiro, te sueño; conmigo no te faltará nunca de nada y te pido que no le des importancia a nuestra diferencia de edad ni a nada que pueda impedirnos la dicha de nuestro amor. Estoy convencido de que a tu lado renovaré mi vida y que podré hacerte feliz. Me gusta también leer, viajar, jugar al ajedrez, aunque todas estas aficiones hace tiempo que las abandoné, solo he mantenido la pintura y últimamente ni eso. Quisiera que llegara un día, que ojalá y no sea muy lejano, en que pueda rescatarlas, desarrollarlas y compartirlas contigo. Te propongo viajar conmigo, te propongo que seas la mujer de mi vida, y podamos evadirnos de la rutina de nuestra ciudad, pues he observado que no has viajado nada durante los veranos, siempre te he visto muy sola y quisiera que dejases tu soledad y descubrieras una nueva realidad, un nuevo horizonte con mi compañía. Te propongo en nuestro futuro, si tú decides ser mi mujer, que viajemos a los impresionantes museos que hay en muchos lugares del mundo y conozcamos exhaustivamente todo lo relacionado con el arte. Pero no solo esto te propongo: todo lo que tú quieras y que esté al alcance de mis posibilidades estoy dispuesto a brindártelo porque quiero ante todo que seas bienaventurada, que encuentres conmigo la alegría y el cariño que tanto creo que te mereces. No estés más sola, doncella mía, abre una novedosa realidad a tu vida y libérame de esta situación oscura en la que me encuentro: quiéreme, descúbreme porque me entrego a ti en cuerpo y alma, a corazón abierto y enamorado de ti, únicamente de ti, mi lindo amor. Ante el inmenso impulso vital que está significando para mí escribirte en estos momentos estas palabras, espero y le pido a Dios que pronto reciba el alta médica y al volver a verte en la misma calle donde vivimos, tú me hables y me refieras algo sobre esta declaración de amor, pues ansío y necesito que reflexiones y que no te sea indiferente, porque te quiero y sueño que ilumines nuestras vidas de ilusión y de esperanza.

CANCIÓN DE OTOÑO EN PRIMAVERA

Es una hermosa tarde de otoño. Me recuerda la "Canción de otoño en primavera" de Rubén Darío. Impresionante poema amoroso que el autor inicia con un famoso estribillo, que repite cada tres estrofas y con el que concluye la creación. Este estribillo, para recordarlo, dice así:

                                        Juventud, divino tesoro,
                                        ¡ya te vas para no volver!...
                                        Cuando quiero llorar, no lloro,
                                        y a veces lloro sin querer...

En esta conocida cuarteta de versos eneasílabos (Rubén acostumbró a utilizar versos que apenas habían sido cultivados en la Historia de la Literatura), se puede destacar un fuerte impulso vital, de intensidad y dolor, ante la pérdida del tesoro de la juventud. Pero es significativa la antítesis de los versos tercero y cuarto. La antítesis de la vida, en la que el autor colma de expresividad y fuerza la emoción que siente, la sensación de tristeza:

                                       Cuando quiero llorar... no lloro.
                                       Cuando no quiero llorar... lloro.

Es un sentimiento que queda reflejado en su plenitud con la energía lírica que Rubén Darío logra con su sabia utilización de la retórica, en este caso del contraste o antítesis, que además de darle a la creación un cierto matiz filosófico (son estructuras que pueden ser adaptables a su interpretación lógica), se produce una mayor contradicción de la vida. Tal y como sucede en Santa Teresa en sus impresionantes antítesis sobre la vida y la muerte, que están cargadas de sabor filosófico en tan solo tres versos:

                                       Vivo sin vivir en mí,
                                       y tan alta vida espero
                                       que muero porque no muero.

Igualmente tienen su interpretación lógica. La lógica se extrae de los significantes de las palabras y se le da su significado a través de las reglas de sus signos abstractos. En esto observo una diferencia substancial con respecto a las matemáticas, pese a la consabida identidad matemática--lógica o lógica --matemática. En el ejemplo de los dos poemas la lógica nos sirve para tratar mediante su simbología de dar una interpretación de la realidad de la vida expresada en estas creaciones literarias. Pero suelen darse ejemplos no solo en las creaciones literarias sino en muchas frases de la vida cotidiana que pueden ser analizadas mediante la lógica, y que nos causan una sorpresa cuando se comprueban tales contenidos mediante las llamadas tablas de verdad. El contenido literario del conocido estribillo de Rubén Darío es compatible con su valor filosófico. Y esto es así porque está claro que la realidad de filosofar no solamente se encuentra y adquiere o se cultiva sumergiéndose en estas lecturas específicas, o sea, en los ensayos que se centran en el tema y que es el género literario en el que más comúnmente se suele expresar la realidad del pensamiento. Muchas veces en los otros géneros literarios (en la poesía, la novela, el teatro) se dan valores en sus contenidos claramente vinculados al saber filosófico. Se podrían citar innumerables ejemplos pero en estos momentos se me ocurre el de los Proverbios y Cantares de Antonio Machado. Pero, sin duda, el caso más original y quizá trascendental lo representa Miguel de Unamuno, que llevó su obsesión y sentimiento trágico de la vida, sus inquietudes filosóficas en definitiva, a todos los géneros que cultivó, insistiendo en cada uno de ellos (hasta en el teatro, como es el caso de "Fedra") sobre el problema de la personalidad, la inmortalidad del alma y todas las cuestiones que rodearon su visión de la vida a través del pensamiento. Esta lectura de la "Canción de otoño en primavera" en esta dulce tarde otoñal me ha hecho recapacitar, a través de esa antítesis, lo que siempre ha sido una realidad en la literatura y en la filosofía: las conexiones, afinidades o interrelaciones entre estos dos saberes. Aunque, como es sabido, al filosofar no solo se pretende dar una explicación al mundo y a la vida bien a través de las letras o de las ciencias; la filosofía yo la observo como la materia o el saber que engloba a todos los demás saberes existentes y que intenta analizar y profundizar con sus métodos y objetivos toda la verdad que encierra la realidad de la vida, la Alezeia o realidad verdadera que persigue descubrir, que está impregnada en las otras materias y de las que se nutre en el intento de desvelar los misterios que permanecen ocultos en la existencia humana.

viernes, 3 de junio de 2016

LA COLECCIÓN TEMÁTICA

José Luis, un adolescente de doce años, llevaba desde que era muy niño disfrutando con la filatelia. Fue su abuelo Jaime el que lo aficionó a este hermoso pasatiempo y siempre sentía mucha atracción cuando contemplaba la enorme y variada colección de su abuelo. A pesar de su avanzada edad y tantos años reuniendo tantas colecciones, Jaime mantenía intacta la afición por este arte que nunca lo había dejado ni descuidado, pues sentía una especial fascinación de toda la vida que por fortuna había heredado su nieto. José Luis hasta ahora había coleccionado sellos usados de muchos países, pues el sello matasellado le gustaba más y era más asequible a su economía. Pero estando un día en una Filatelia de su ciudad que solía frecuentar con su abuelo, sintió de repente deseo por hacer una colección temática. José Luis había visto en numerosas ocasiones sellos en paqueterías de muchos temas y le gustaban, pero tardó en cuajar esta idea. Cuando se lo comentó a su abuelo Jaime y al empleado de la Filatelia, los dos le animaron a que comprara estos sellos e hiciera una colección así, pues colocándola bien ordenada, con gusto e ingenio en un clasificador, el resultado sería alucinante. Sin embargo, a los padres de José Luis no les agradaba que se gastara el dinero en sellos ni que le absorbieran el tiempo de estudio, pero como nunca había suspendido ninguna asignatura, si tenía ilusión por este mágico mundo del coleccionismo filatélico debían dejarlo que siguiera con esta pasión. Su abuelo Jaime le regaló un clasificador grande y le prometió que cada mes le compraría dos paqueterías temáticas. De esta forma José Luis comenzó a colocar en el clasificador los sellos de las dos primeras paqueterías cuyos temas eran Arte y Astronomía. El procedimiento que siguió para que estos sellos quedaran estructurados de la forma más idónea fue, en primer lugar, agruparlos por continentes. Y así puso todos los sellos que venían de países europeos primero, después los de países asiáticos, luego los africanos, los de América... dentro de cada una de estas clasificaciones los ordenó de más antiguos a más modernos y también puso juntos a los que observaba que pertenecían a una misma serie. Resultó genial la forma en que quedaron ordenados y siguió durante muchos meses colocando nuevas paqueterías en el clasificador: aviones, barcos, edificios y monumentos, coches, deportes, desnudos, dinosaurios, fauna, flora, fútbol, infantiles, mariposas, orientales, olimpiadas, pájaros, peces, personajes, pinturas... Fueron tantas paqueterías las que había que tardó más de un año en reunir esta preciosa colección temática que quedó de auténtico lujo. Y cada vez que la enseñaba a sus amigos y a otras personas se quedaban maravillados de lo bien presentada que estaba. Y fue Jaime el primer admirador de esta bella colección de su nieto que tenía el gusto de haberle comprado poco a poco, por lo que decidió que toda su colección la heredara íntegramente José Luis, por el encanto y el interés que había mostrado siempre por la filatelia.

LOS SELLOS COLONIALES

En el año 1972 me tocó hacer el servicio militar en la provincia española del Sahara. Me inquietó en un principio, como les sucedía a muchos quintos, pero después me resigné porque no me quedaba otro remedio y hasta me animé a ver qué tal me iba esta nueva experiencia que viviría tan alejado de mi ciudad, de mi familia, de mi novia y de mis amigos. Yo que apenas había salido de mi Valladolid natal, ahora iba a recorrer muchos lugares de España. Después del larguísimo viaje en tren primero y en barco después, puse los pies en el desierto del Sahara con el deseo de que me fuera bien y superara sin problemas graves esta dura y sacrificada realidad que se había presentado en mi vida. Cuando llevaba varios días de mili en este desierto, nos dieron tiempo libre para descansar y yo aproveché para escribir cartas a mis padres y hermanos, a mi novia y a mis amigos, que desde que llegué no tenían noticias mías. Fui a una tienda del Aaiún y compré sobres y sellos de correos del Sahara. Desde un primer momento me gustaron mucho los sellos de esta colonia española; yo nunca los había visto en Valladolid: no conocía ni éstos ni los de otras antiguas colonias como Ifni, Guinea española, Fernando Poo, Río Muni, Marruecos, etc. Esta información de los otros sellos coloniales me la dio Javier, un compañero que era filatélico y que me comentó que tenía en Sevilla una buena colección de sellos de colonias que había comprado en su ciudad en el mercado filatélico de la plaza de Santa Marta. Me gustaron más estos sellos que los que había visto anteriormente de España y otros países extranjeros. Me recorrí en los ratos libres que nos daban todas las tiendas del Aaiún en busca de todos los sellos que tuvieran e hice un buen acopio, porque en una de ellas, al comentarle a la dependienta que me gustaban los sellos del Sahara y que me había decidido a coleccionarlos, me vendió una buena cantidad de otros que se emitieron muchos años atrás y que ya no se utilizaban para el franqueo. Javier los tenía casi todos, pero le compró a esta mujer algunos que le faltaban. Estos sellos son todos preciosos y muy originales: de dromedarios, indígenas, músicos, peces, fauna indígena, deportes, personajes, escritores como Miguel de Cervantes, Lope de Vega y Francisco de Quevedo --éstos me llamaron mucho la atención--, carteros saharauis, aves, plantas y flores y un largo etcétera. Pero hubo una serie de sellos nueva que se emitió estando yo allí que es de tipos indígenas: Pinturas de la Dirección General de Promoción del Sahara. Esta emisión me dejó maravillado y es la que más me ha gustado siempre de todos los sellos de colonias españolas. Les escribí en las cartas que envié a mi familia, novia y amigos que me guardaran todos los sellos que les franqueaba porque deseaba coleccionarlos. Después de licenciarme fui completando mi colección de sellos del Sahara y compré también los de las otras colonias españolas. Años después amplié mi colección adquiriendo series coloniales inglesas, francesas, portuguesas...

EL FILATÉLICO

A Joaquín le gustaba coleccionar sellos. Esta afición la descubrió muy tempranamente, siendo muy niño y la iniciativa fue suya, personal; no influyó en este tipo de entretenimiento ninguna otra persona, como suele ocurrir con otros coleccionistas que al observar a alguien que lo hace, se sienten atraídos, se ilusionan y deciden hacer lo mismo. O lo que es muy común, que sea un familiar como su propio padre o abuelo quien le introduzca en este hermoso pasatiempo. Siendo niño Joaquín fue contrario al resto de sus amigos y en vez de coleccionar estampas o cromos, prefería recortar los sellos de las cartas que llegaban a sus manos y guardarlos. Joaquín lo descubrió al ver los sobres que llegaban a su casa porque su familia recibía abundante correspondencia y tras observar varias veces su belleza, fue quedándoselos. Le gustaban mucho más que las estampas de fútbol, animales, etc. y además se enteró que al menos valían algo o que podrían adquirir valor con el tiempo, cosa que en el caso de los cromos, pegatinas y otros tipos de coleccionismo sería inexistente. Pronto se informó de cómo se debían manipular, el lavado de los sellos usados, su clasificación por catálogo, el uso de las pinzas, la utilización de una lupa para observarlos mejor y ahondar en los pequeños detalles, el poseer un clasificador donde guardarlos ordenadamente, y en definitiva, adquirir el material y los medios para confeccionar una colección vistosa que es el objetivo de toda persona que se inicia en este atrayente recreo. Siendo un adolescente contó con una curiosa colección de sellos usados y el dinero que recibía por parte de sus padres lo empleaba en material filatélico y en comprar los valores más raros o difíciles de conseguir que le faltaban para completar la que era su primera etapa de coleccionista. Una vez que quedó satisfecho con su ordenada y bien presentada reunión de sellos usados, decidió introducirse en el sello nuevo que sabía que era mucho más caro y que le costaría más tiempo y más esfuerzo. Pero de momento no se adentró plenamente y decidió solo comprarlos en las expendidurías filatélicas a su valor facial y de esta forma fue coleccionando las emisiones más recientes que llevaba al día. Pasaron cinco años y Joaquín tenía todos los sellos nuevos que se habían emitido durante este tiempo, pero contaba ya con muy pocos ratos libres para dedicarse a su pasión de siempre porque había comenzado a estudiar la carrera de Arquitectura. La colección quedó más olvidada, pero de vez en cuando le gustaba contemplarla y relajarse con su belleza después del intenso esfuerzo que dedicaba a sus estudios. Disfrutaba, sentía bienestar al ver sus sellos que tanto tiempo y dinero le habían costado y pensaba en llegar a ser un importante coleccionista en el futuro, sobre todo cuando terminara su carrera y su posterior trabajo como arquitecto diese los frutos deseados.

jueves, 2 de junio de 2016

LAS FRUSTRACIONES OCULTAS

1

La vida de Francisco podría decirse que había sido de lo más normal hasta la llegada de esta etapa clave en su realidad que transformó su mundo de la forma más sorprendente y afortunada. Contadas veces una persona de las características de Francisco había conseguido ver su existencia evolucionar con tanta felicidad sin haberlo proyectado nunca y sin esperar que el carro de la fortuna iba a llegar a su puerta para hacer un gratificante viaje en las entrañas de su corazón favorecido. La historia de este joven fue apasionada a partir de ese momento, había encontrado un destino que quizá no mereciera porque Francisco no había progresado ni hecho méritos en la vida como para disfrutar del mundo tan fascinante que le brindó Leticia, la joven universitaria que conoció y que se enamoró enloquecidamente de él. Pero esta relación necesitaba para consolidarse que Francisco rehaciera su vida con una actividad a la que Leticia le animaba, porque pensaba que en la vida había que hacer algo y no perder el tiempo en la vagancia y en el aburrimiento, actitud peyorativa de Francisco a juicio de Leticia. El amor había triunfado en ellos, se querían, se adoraban y Leticia observaba la sinceridad y nobleza de Francisco, su excelente buen humor y trato hacia ella que cada día la enamoraba más.

2

Las virtudes de Francisco no eran suficientes para que el bienestar de la pareja diera sus frutos. Y fue cuando este joven se planteó prosperar, progresar y salir adelante con un trabajo, con una actividad que despertara en su novia más atracción por él y pudieran unir sus vidas, culminar sus sueños de amor, garantizar la verdad que necesitaba de este requisito para que todo fuera normal y su felicidad mutua la conquistaran más plenamente. Leticia le apoyó en todo momento y le refirió que ella no era nada materialista y no buscaba la ambición y el interés de sus otras compañeras de facultad hacia un joven; se mostraba menos exigente pero, no obstante, sí creía imprescindible que Francisco desarrollara una actividad laboral. Y, en efecto, el amor lo podía todo y Francisco comenzó a estudiar pese a que esto siempre le había sido muy difícil. Observó que podría conseguirlo y que tenía que sacrificarse para ganarse el amor de Leticia que le explicaba y le ayudaba todo lo que podía en los temas de las oposiciones que comenzó a prepararse.

3

A Francisco le agobiaban totalmente las materias que estudiaba para los exámenes de estas oposiciones; le costaba un esfuerzo y una voluntad enormes poder obtener conocimientos y asimilar el contenido de estos difíciles, extraños y horribles temas que a cada momento se le atragantaban. La situación más incómoda se le presentaba siempre al tener que ponerse a estudiar, su estado de ánimo se ensombrecía cada vez que se veía en la obligación diaria de luchar con estos libros que le torturaban y le producían una sensación de rechazo y deseo de que llegara el día afortunado de no volver a verlos más. Leticia colaboraba todo lo que podía y Francisco se esforzaba porque ya lo hacía por amor, por llegar a disfrutar de su vida futura junto a Leticia que le hacía olvidar con su cariño y apoyo todas las tareas que estaba llevando a cabo. No comprendía como a su novia le podían gustar y dominar estas asignaturas que estudiaba en su carrera, algunas de las cuales estaban presentes en los temas de Francisco. Leticia no coordinaba en ese aspecto con su novio, ella les encontraba su belleza y encanto e intentaba que su amor de siempre las aprendiera para intentar lograr el proyecto de sus vidas.

4

Llegó el día del examen después de seis largos meses para Francisco cuando hacía una semana que su novia no se ponía en contacto con él a consecuencia de una pequeña discusión que tuvieron, la primera por cierto desde que empezaron a salir juntos. Francisco no quiso verla ni llamarla tampoco para evitar que este malestar influyera en su situación psicológica a la hora de enfrentarse a la dura prueba de la oposición. Francisco hizo el ejercicio y quedó confuso y desconcertado de su realización. Ahora solo esperaba comunicarse con su todavía novia a ver cuál iba a ser el desenlace de su relación con ella. Una discusión así --pensó Francisco-- no es para tanto. Quería hablarle del examen, de las preguntas que habían caído, de su planteamiento a la hora de ir contestando, etc. Todos los consejos que Leticia le dio en su momento los tuvo muy en cuenta. Francisco los puso en práctica de la forma que mejor pudo ante la dificultad y la tensión que le produjeron las complicadas y escogidas preguntas sobre los temas que se había preparado.

5

Francisco llamó a Leticia pero no se quiso poner al teléfono. Parecía ser que por el simple tropiezo que habían tenido, Leticia quería romper con el consolidado noviazgo de ambos. Hasta no mostraba el menor interés por saber el desarrollo del examen que Francisco había hecho por ella, por su ilusión, por el que era verdaderamente su amor y la razón de ser de su vida. Ante esta situación Francisco quedó en un absoluto desconcierto. Ahora que su vida podría cambiar si todo le saliera bien en las oposiciones, ahora que podría descansar del esfuerzo realizado y pasarlo en su compañía... ahora todo lo veía acabado. No pensaba ni quería darle vueltas al ejercicio de la oposición, no quería especular con él; lo hizo lo mejor que pudo y solo quedaba ver los resultados. Leticia y él no se volvieron a encontrar. A los dos meses Francisco fue a ver si habían salido los resultados. El ordenanza de la administración le dijo que probablemente se pondrían las listas de aprobados al día siguiente. Francisco quedó nervioso y preocupado al pensar que la frustración podría ser doble: suspender las oposiciones y perder a Leticia para siempre. Y así fue porque su desolación fue inmensa en aquel día lluvioso de otoño al saber que no había aprobado las oposiciones y al encontrarse a Leticia con un nuevo compañero que él conocía y que sabía que estudiaba la misma carrera que ella en la universidad.