martes, 22 de diciembre de 2015

LA BIBLIOTECA DE QUINO

Primer premio del certamen de cuentos "Carmen Conde" 1996

Quino tenía tres libros, pero nunca se le había pasado por la mente leerlos y descubrir qué historias encerraban. Desde muy temprana edad tuvo que ponerse a trabajar, a ayudar a su padre en la profesión de carpintero. Era ésta una labor que no le gustaba, no sintió interés por su aprendizaje y sus pensamientos le hacían recordar la escuela donde estudió sus primeros años en los que aprendió medianamente a leer y a escribir. Hasta el momento la pequeña cantidad de dinero que recibía de su padre por su actividad familiar en la carpintería no había sabido en qué emplearla. Pero sucedió un día que en un tiempo de descanso, en uno de los escasos ratos libres con los que contaba a la semana, sintió la necesidad y el deseo de entretenerse con uno de los tres libros que tenía y descubrir la afición por la lectura. Con anterioridad no la había experimentado porque se figuraba la idea negativa de que sería un agobio dedicarse a leer, sobre todo por lo torpemente que lo hacía debido al olvido acumulado después de los años transcurridos desde que abandonó la escuela. Sus horas de ocio siempre las había empleado en descansar y en pasear, pero fue uno de sus libros lo que le llevó definitivamente a adentrarse en el mundo de la literatura sobre todo por la fascinación con la que acogió esta primera lectura. Una vez concluida quedó muy satisfecho y realizado con este pasatiempo y no dudó en seguir con sus otros dos libros, que no tardó en liquidar. Fue también un notable acierto que le gustasen y sintiera en sus argumentos especial atracción porque de no haberles entretenido, quizá pensara que no mereciera la pena seguir. Estos ejemplares que le introdujeron en la aventura de leer eran antiguos, y según escuchó decir a su padre en cierta ocasión, hacía bastante tiempo que se los encontró tirados dentro de una maleta escolar, cerca de su casa, y que habían dejado allí sin volver nadie a preguntar por su paradero. Quino releyó los libros varias veces y deseó seguir leyendo por lo que decidió ir a la única librería que había en el pueblo y comprar más. Así encontró una forma muy satisfactoria y provechosa de tener en qué gastar sus ahorros acumulados desde hacía varios años. Fue comprando poco a poco, conforme iba leyendo y así llegó el momento en que contó con una pequeña biblioteca que cada vez crecía más; su afición por los libros fue aumentando considerablemente y el fruto de ese interés y dedicación que imprimía en sus abundantes lecturas fue los significativos conocimientos literarios que adquirió. En cuanto a su trabajo como carpintero habría que decir que funcionaba perfectamente porque sabía que cuanto más esfuerzo y sacrificio desarrollara en su tarea familiar, más dinero entraba a su casa y más le pagaba su padre, que en dos ocasiones le subió la cuenta. Así podría comprar más libros y aumentar su biblioteca. Pero la nota más destacable --y de rigurosa lógica-- que aportó su profesión a sus actividades ociosas con la lectura fue la extraordinaria repisa que fabricó --sin hacerle falta para nada la ayuda de su padre, puesto que Quino era ya un excelente carpintero--, para colocar sus libros. Su dormitorio se convirtió en biblioteca con el paso de los años y su actividad familiar en la carpintería siguió prosperando. No obstante, Quino no sentía ambición por progresar en la vida y llegar a destacar algún día, porque con sus lecturas se encontraba completamente feliz y realizado. Por ello no deseó estudiar, se sintió autodidacta; no quiso estar sometido a la disciplina de una clase. Mientras tanto llegó una importante y trascendental novedad a su vida. Una nueva y joven profesora en la escuela --que sustituyó a la jubilada señorita Ana--, descubrió la afición de Quino por los libros. A partir de entonces se interesó mucho por sus actividades culturales, se enamoró profundamente de él y todo terminó al cabo de un año en casamiento. A la biblioteca de Quino se le unió la de su mujer, Teresa, y esta extraordinaria colección de volúmenes que no cesaba de aumentar hizo inaugurar con el tiempo en el pueblo el primer centro de lectura o biblioteca pública, contando con el apoyo y ayuda del Ayuntamiento y otras instituciones de la provincia. A partir de estos acontecimientos Quino fue bibliotecario de profesión y se pasaba todo el día leyendo y trabajando en la biblioteca. Teresa seguía dando clases en la escuela al mismo tiempo que transmitía sus muchos conocimientos a Quino quien en muchos casos enseñaba y comentaba aspectos culturales que su mujer ignoraba, realidad que fue posible al abrir aquél lejano día uno de los tres libros que su padre encontró tirados cerca de la carpintería.

2 comentarios:

  1. Este interesante relato nos habla de un muchacho de origen humilde que de manera autodidacta, se convirtió en un gran lector con grandes conocimientos literarios y que posteriormente fundó una biblioteca pública o centro de lectura con los libros que había ido adquiriendo.

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  2. Una historia muy interesante que deben leer todas aquellas personas que la lectura carece de importancia o, como excusa, que no tienen tiempo para ello. La lectura es importante: nos llena de conocimiento sobre todos los temas,no hace crecer como persona, nos hace conprender mejor el mundo en el que vivimos. Si todo esto falla, al.menos nos evade de la realidad

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