Yo siento tristeza y frustración cuando pienso que nuestro amor se perdió, cuando el deseo tan inmenso que vivía por conseguir tu amorosa compañía se ha convertido en la más desoladora realidad de descubrir que el destino nos separa y que nunca seas la mujer que adore mi existencia. Yo ya intento olvidarte, yo quiero deshacer la obsesión y el impulso tan fervoroso que he sentido por ti y quisiera borrarte definitivamente de mis pensamientos, no deseo soñar más contigo, no quiero que tu amor imposible sea la carga constante que entristezca mis saludables días juveniles. Yo sé de sobra que tú no me quieres, que me olvidaste, que no significo nada para ti. Yo he sentido que tu relación amorosa es utópica, que todo intento o esfuerzo mío por atraerte es inútil; tú no me observas como esa persona ideal que podría llenar de felicidad y bienestar la aventura de tu vida. El olvido y la ausencia me llevan a aborrecerte, no quiero que tú sigas siendo la constante de mis pensamientos, no quiero seguir enamorado de ti, yo quisiera que desaparecieras de mi realidad presente y futura. Mi deseo ferviente es poder encontrar la mujer que te sustituya, que me haga enamorarme enloquecidamente y que pueda conseguir con ella el éxito que nunca logré contigo. El destino nos ha separado. No quiero recordarte. Yo necesito encontrar la mujer que me quiera de verdad, que se sienta feliz y realizada conmigo, que me ame y que no amargue mi existencia de la forma que tú lo hiciste, rechazándome, impidiendo que yo pudiera conseguir lo que tanto quería para nuestras vidas, para nuestra verdadera y hermosa realidad que nunca existió.
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