martes, 25 de mayo de 2021

LA TRISTE REALIDAD DEL ESCRITOR (5)

Antes de llegar a la hora mágica que tanto sueña el escritor, son otras las frustraciones que padece o puede padecer. En la existencia del escritor no solo se dan los desengaños literarios, aunque estos quizás sean los que más le afecten. Marie Curie escribió la siguiente cita, para todo ser humano que ambiciona algo: "La vida no es fácil para ninguno de nosotros. Pero... ¡qué importa! Hay que perseverar y, sobre todo, tener confianza en uno mismo. Hay que sentirse dotado para realizar alguna cosa y que esa cosa hay que alcanzarla, cueste lo que cueste". El escritor es un ser sensible, delicado de salud en muchos casos, es un ser débil y enfermizo y vulnerable en muchos aspectos de la vida (no quiero decir con esto que ocurra siempre en la realidad de los escritores, pero es un arquetipo en la figura del escritor a tener en cuenta, porque en la historia de la literatura, las biografías de muchísimos autores célebres están plagadas de estas circunstancias negativas que he referido). Uno de sus grandes dramas es el universo del amor. La historia de la literatura está colmada de grandiosas y trascendentales obras relativas al amor. En su mayor parte es el desamor la causa de las mayores genialidades. Pero en su vida, el escritor lo sufre: tanto por la soledad amorosa como por el desengaño padecido por los rechazos de la persona que tanto ama y que es el centro permanente de su existencia o por la inestabilidad o el fracaso de una relación, que siembra su mundo de angustia y de dolor. Estos son grandes dramas en la realidad del escritor, la triste realidad que sufre por este sentimiento duro y conmovedor del amor cuando no evoluciona favorablemente. Gómez Rivera, sobre el desamor, dice lo siguiente:

                                      El desamor, es el culpable de toda soledad, y no hay pena mayor

                                      ni angustia comparable.

                                       RAFAEL GÓMEZ RIVERA

En efecto, no existe otra angustia comparable al desamor y es por esto por lo que el escritor se manifiesta con más rabia, energía y desesperación: necesita desahogar toda la tristeza y el dolor que le aflige y no encuentra mejor forma de hacerlo que es expresándolo a través de lo que es el volcán de su vida, es la mejor forma que puede encontrar para hacerlo y además es lo que realmente es la esencia y la razón de su existencia. El ardor, la energía de escribir y el quedar satisfecho con lo que se ha creado, parece iluminar --aunque no completamente-- su realidad. La triste realidad del escritor queda reflejada con el testimonio de su quehacer literario, ya sea lírico, novelístico, cuentístico, dramático, ensayístico, etc. Con todo lo que es su vida, porque, en definitiva, la mejor y más auténtica literatura es la que emana de la propia vida y la vida del escritor, ya sea realidad o introduciendo ficciones vitales, debe quedar plasmada en este universo literario que tanto necesita, adora y ambiciona. 

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