miércoles, 26 de mayo de 2021

LA TRISTE REALIDAD DEL ESCRITOR (4)

Dentro de la triste realidad del escritor está el entorno social que le rodea, el círculo de enemigos que le surgen y que con toda envidia y malicia tratan de hundirlo, frustrarlo o amargarle la vida en el intento de que nunca pueda salir de su angustiosa situación de "paria de la sociedad", de ser autófago que lleva una existencia bohemia, buscando el mismo sueño de tantos y tantos otros artífices del arte literario. La sociedad con la que convive el escritor es, en su mayoría, proclive a adoptar una actitud peyorativa y hasta de crispación y violencia hacia él. Les produce tremendo malestar de que ese ser superior en inteligencia y capacidad para enriquecer el mundo llegue algún día a alcanzar sus fines, sus objetivos largamente perseguidos y pueda desahogar todo ese malestar --de desprecio, de tanto daño y crueldad con que ha sido injustamente tratado por todo este entorno social de envidiosos-- y ajustar cuentas con esta carroña con la que ha tenido la desgracia o la mala suerte de tropezarse en su vivir cotidiano. Se dan casos de este tipo en la realidad de los escritores. Cuando el autor está olvidado por todos, cuando ya no se le puede hacer más daño y desprecio que se le ha hecho y de repente consigue alcanzar su sueño dorado que ya lo consagrará para siempre en este universo de la intelectualidad y ya todo son elogios, publicidad y éxito en su vida, entonces es cuando muchos de estos energúmenos que en su día no le apoyaron y que tan mal comportamiento tuvieron hacia esa persona ahora triunfadora, buscan su compañía y su trato, para aprovecharse de él y que además les conviene y desean estar bien con quien ha conseguido ser una personalidad del mundo de la cultura. Todo ese desprecio, toda esa falta de respeto y consideración, toda esa humillación, se ve radicalmente transformada. Ahora, de ese antes paria--bohemio, de ese pobre hombre de la sociedad, hay que hacerse amigo y buscar aprovecharse de todo ese bienestar que él solo ha sabido ganarse a pulso. A este ser solitario, el escritor, a este antes ser dolorido y atormentado, parece surgirle mucha amistad, mucho peloteo y elogio hipócrita por todo este círculo mafioso y dañino, cuando ha alcanzado lo que muy pocos logran alcanzar en la vida: ser una persona de relieve, inmortalizarse con una obra sabiamente elaborada que ya será trascendente en el futuro de la literatura. 

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