jueves, 27 de mayo de 2021

LA TRISTE REALIDAD DEL ESCRITOR (1)

Desde que nace como literato, desde que en la persona surge el deseo, la ilusión, la llamada de dedicarse a esta actividad para la que la vida le ha dotado y de la que poco a poco va a nutrirse y formarse leyendo y practicando la docta y ardua tarea de la escritura, son muchas las idas y venidas, problemas, obstáculos, tropiezos, crisis, frustraciones, etc. que va a sufrir hasta poder abrirse camino en este complejo, incomprendido e injusto mundo en el que se desenvuelve con todos los afanes y sueños de poder conquistarlo. En efecto, en primer lugar el escritor debe madurar su obra antes de moverse en este amplio universo. Resulta una equivocación querer alcanzar una publicación o un premio con escritos demasiado precoces. El autor no debe desesperarse y no tener mucha prisa. Como diría Pitágoras: "El filósofo siempre va a pie: prefiere el bastón de la experiencia al carro rápido de la fortuna". El escritor debe tener paciencia y saber qué es lo que hace y hasta dónde tiene que marcar sus objetivos y posibilidades. Según vaya viniendo todo, así debe ir amoldándose y encaminándose en busca del sueño dorado de todo autor: el éxito, la publicidad, el dinero y lo más grande que es que su obra sea reconocida no solo por las instituciones, los editores y la crítica, sino también por el público lector que es, en definitiva, quien manda y el que tiene la última palabra. Pero antes de conseguir abrirse camino en este duro y difícil universo en el que se mueve con tantas ansias e inquietudes... ¿cuántos tropiezos y frustraciones tendrá que soportar? Cierto es que hay bastantes escritores a los que los premios literarios les van bien, incluso desde un principio. Pero son mayoría los que no consiguen el éxito, los estrellados, los que sufren el rechazo y las injusticias y algunos de ellos verdaderamente no merecen ese olvido y desprecio al que los someten los politiqueros de la literatura. 

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