jueves, 27 de mayo de 2021

¿ES PELIGROSO ESCRIBIR? (1)

En el año 1989 estalló la tremenda noticia de la amenaza de muerte sobre el escritor británico de origen indio Salman Rushdie por parte del entonces mandatario iraní Jomeini, por la publicación del libro "Versos satánicos". La noticia conmocionó a toda la opinión pública en general, pero muy especialmente a los escritores, periodistas y editores, que se solidarizaron con el autor ante la situación tensa y escalofriante que estaba sufriendo este compañero cuando se enteró de la horripilante noticia de que en tierras árabes se pagaba por su cabeza. Esta noticia se puso de moda en todos los medios de comunicación y en toda la sociedad y hubo escritores que se preocuparon y escribieron mucho sobre el tema, indignados por la amenaza que padecía este intelectual ante la imparable oleada de fanatismo de aquellos países islámicos. Hoy día todo este asunto que tanto revuelo levantó se ha serenado, normalizado y Salman Rushdie hace una vida más tranquila, con menor sobrecogimiento que el que sintió ante la brutal conjura contra su persona. Cabe mucho que reflexionar sobre esta realidad a raíz de lo que sucedió, pues los escritores y los periodistas --ahora y siempre, pues no es el anterior el único caso que se ha dado a lo largo de la historia, desgraciadamente, aunque sí el que probablemente ha tenido una mayor difusión mundial-- pueden ver peligrado su bienestar y su libertad de expresión ante determinadas opiniones manifestadas en los medios escritos. Aunque sea la prensa hoy día el medio que más problemas presenta a los escritores, se da el caso --como el de Salman Rushdie-- que cuando un autor escribe una novela o su autobiografía o memorias y crítica ferozmente y con mordacidad a sus enemigos, a las personas que en su vida le han fastidiado e inmortaliza los agravios que este entorno social le ha causado, puede verse con problemas con toda esta masa de envidiosos y envenenados durante el transcurrir de su vida. Son gente sobre la que el escritor ha destacado y a la que les ajusta sus cuentas con el pasado. Estos casos se suelen dar a través de la novela --pues en una gran parte de las narraciones hay mucho de autobiografía que el novelista mezcla con la ficción-- pero son los libros de memorias en los que los escritores rinden más fidedignamente cuentas pendientes con el pasado. Pero no solo son la novela o las memorias los géneros que un autor literario cultiva para atacar a sus enemigos: la poesía es también una sólida herramienta para poner a parir satirizando o parodiando a cualquier energúmeno al que el escritor decide devolverle lo que en su día le hizo. Y el teatro y otros géneros son muy adecuados también para darles respuestas a las carroñas. Famosos son los ataques satíricos mediante la poesía de los geniales poetas del Barroco, los eternos enemigos literarios y personales como Góngora y Quevedo. O Góngora y Lope de Vega, por citar algunos ejemplos. O los graves problemas que le costó a Quevedo su sátira contra el Conde-Duque de Olivares. O la prisión que sufrió el genial poeta del Renacimiento Fray Luis de León por su labor cultural. Existen otros ejemplos de escritores que han padecido situaciones difíciles y hasta peligrosas por el ejercicio de la escritura. Han sufrido exilios, amenazas y muertes y otras situaciones peyorativas de menor gravedad que estos últimos casos. 

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