miércoles, 26 de mayo de 2021

LA TRISTE REALIDAD DEL ESCRITOR (3)

El mundo que rodea al escritor es triste, hostil, negativo. El ambiente familiar por lo general no le comprende, no apoya su actividad y desea que se dedique a otra cosa que le va a reportar más beneficios. Le machacan y le critican por el camino elegido, le dicen que es muy difícil, que la mayoría de los escritores son reconocidos muy tardíamente y que es casi imposible poder vivir de la literatura por muy bueno que se sea. Son muchos los escritores que hay para tan pocas puertas como se les abren. Son muy pocos los privilegiados que van a conseguir alcanzar la gloria literaria que todos quieren. Estos argumentos son los que escucha el escritor y muchos otros peyorativos acerca de ese universo que es lo que más sueña --y que en la mayoría se convierte en una auténtica obsesión-- no tiene otro objetivo en el que pensar, no deja de darle vueltas a su cabeza en el empeño de alcanzar lo que tanto anhela y vive esperanzado de que llegue el día en que lo consiga. Y que pueda refregarle a todo ese entorno que le ponía solo el lado oscuro de su profesión que ya está lograda la dura lucha y que la vida literaria le va a reportar muchos más beneficios y éxitos mientras viva que todo lo que hacen los que antes le criticaban. Este es el sueño del escritor novel: salir de esta opaca realidad que padece y conquistar lo que tanto ansía, lograr que su obra, su talento descargado, sea reconocido y pueda sumergirse en su mundo creativo con el bienestar y la infinita felicidad de que ya se le han abierto todas las puertas que soñaba y la literatura ya sea una tarea gratificante. Porque en muchos casos --cuando el escritor se siente rechazado y su obra silenciada y agonizante en los cajones de su habitación, su voz pisoteada por la política cultural existente-- cuesta trabajo escribir a contracorriente, se pierden las ganas y los estímulos, incluso la ilusión, aunque la esperanza de salir de esta situación no la debe perder el escritor nunca. En efecto, el escritor necesita un apoyo y un reconocimiento.  Cuando se dan los casos en que al autor se le cierran todas las puertas y no encuentra donde meter la cabeza tras intentarlo insistentemente y a la desesperada, cuando no le dejan ser escritor, su actividad se puede convertir en una angustia y en un infierno del que no sabe cuándo podrá salir. Y lo que era un sueño y una ilusión se convierte en una gran pesadilla, en la que se debate indignado y reconcomiéndose ante tanto desprecio hacia su obra, que es lo más grande que siente en su vida desafortunada y atormentada. 

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