Cuando yo estudiaba de niño la EGB en el colegio, en el libro de textos literarios que teníamos venía un escrito sobre la sinceridad. No recuerdo cómo se llamaba el autor que lo firmaba, pero hoy día me gustaría mucho saberlo y, por supuesto, volver a tener este manual y recordar muchas lecturas que venían en este hermoso volumen de los jóvenes estudiantes de entonces. En este ensayo se valoraba y se elogiaba mucho la sinceridad, como una de las más grandes virtudes de la vida y de cómo si fuera una realidad que abundara mucho más, muchos menos males y desgracias y situaciones peyorativas ocurrirían en nuestras vidas. Hace muchos años ya, pues era en la década de los ochenta, había un programa de televisión en el que un personaje famoso acudía a un concurso, en el que le proponían tres personas, ya fuesen hombres o mujeres, según si el famoso fuera hombre o mujer. Durante este juego televisivo, los tres aspirantes a ser pareja del famoso permanecían ocultos y solo al final, cuando elegía quién le había gustado más de los aspirantes, podía ver cómo era y conocerlo e iniciar una relación con esta persona. Durante la prueba, los distintos candidatos exponían sus virtudes, sus aficiones, sus deseos, sus sueños, etc. Y al final, tras valorarlos el personaje, elegía el que más le atraía y ya lo conocía para iniciar una relación. Pues bien, en uno de estos programas, le tocó asistir a una conocida actriz, que recuerdo que era muy guapa, y conforme fue conociendo a los tres aspirantes a ser su amor, hubo uno que desde un principio manifestó ser muy sincero, que era una actitud que había tenido siempre en su vida y a lo largo de sus intervenciones no dejó de insistir en ser un hombre sincero. Resulta que a esta conocida actriz le gustaron mucho los tres hombres que aspiraban al amor con ella, pero al final valoró por encima de todo la sinceridad y decidió elegir a esta persona que así lo manifestaba. Esta popular artista vio que la sinceridad era muy importante para ella y que ahora en su vida le ilusionaba probar suerte con este nuevo hombre. Yo, que he solido ser sincero durante toda mi vida y que siempre me ha costado muchísimo mentir y que es una cosa que rechazo, me repatea y no va conmigo, yo que alabo y deseo la sinceridad en mi vida, escribí un poema dedicado a esta virtud tan importante y tan necesaria en la realidad humana:
SINCERIDAD
Sí, sinceridad,
eres una de las grandes
virtudes
de la vida.
Quién te posee
con arraigo, con grandes dosis
de no querer engañar a nadie
tiene un tesoro en el corazón
y gozará siempre
durante su peregrinar
por la existencia
de muchas ventajas,
de confianza de los demás,
de estima, apoyo, cariño, respeto
y un bienestar muy dulce
en el mundo de las relaciones
con los entornos sociales de su realidad.
Excelente disertación sobre la sinceridad, rematada por un magnífico poema sobre la misma.
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