sábado, 27 de febrero de 2021

PATRIOTISMO

 Tuve la suerte de conocer de refilón al que luego sería un gran amigo, en el Instituto Bécquer cuando ambos estudiamos allí. Era el final del curso y él había terminado el COU y ya pasaría a la universidad. Cuando le pregunté qué tal le habían ido los estudios me quedé deslumbrado. Me dijo que había sacado todo sobresalientes en COU y por si fuera poco en todos los cursos anteriores de bachillerato había conseguido igual hazaña estudiantil. Todo un alumno prodigioso, ya más no cabe, pues había tocado techo por todo lo alto. Pero además hay que tener en cuenta las circunstancias en las que logró estas excelentes calificaciones en todas las asignaturas, pues este antiguo colega mío es que valía para todo en materia de estudios y destacaba al máximo en todo lo que se examinara. Un caso muy poco frecuente en el mundo de la enseñanza, diríamos que excepcional. Son muy raros los casos así. Resulta que viviendo en un pueblo, se tenía que levantar muy temprano y coger el autobús y venir a Sevilla. Desde las 8.30 que entraba en clase hasta las 14 horas que salía, se iba para su pueblo, apenas le daba tiempo para almorzar y tenía que volver a Sevilla para dar clases de 16 horas a 19. Y salir rumbo a su municipio y entre que llegaba y cenaba y pitos y flautas, ¿Qué tiempo le quedaba a este hombre para estudiar? Y en estas condiciones se entretiene en sacar todo sobresalientes y dejar alucinados a todos los compañeros de clase y a los profesores que no daban crédito ante la capacidad y el talento tan grande de este estudiante super aventajado. Tuve la fortuna de conocerlo y fue, como digo, por los pelos, y la amistad entre nosotros fue muy afable y cordial. Venía a mi casa desde su pueblo a leer mis escritos y se le notaba que disfrutaba leyéndome y me elogiaba mis obras y mi talento literario como pocos amigos lo han hecho a lo largo de mi vida. Pero hubo una cosa que me chocó de él bastante. Se tropezó con un poema mío en el que yo ensalzaba las virtudes de España. No lo llegó a leer porque no le interesaba el tema, cuando de mí lo había leído siempre todo. Cuando nos fuimos a dar un paseo por Sevilla me trató el tema del patriotismo con burla, ironía y otras idioteces porque esto lo veía negativo o peyorativo y era una cosa que según él no es políticamente correcta. Pero esto hay que decir que es una triste realidad que está muy extendida y no es una actitud propia de mi antaño camarada. Sobre el tema del patriotismo yo quiero hacer una serie de reflexiones y me ha venido la inspiración al recordar lo que me pasó con este primitivo colega, cuya amistad va a hacer nada más y nada menos que treinta años que la perdí para siempre desgraciadamente. Hay una gran parte de la sociedad española actual --y en este caso no me refiero a las regiones separatistas como son Cataluña y Vascongadas, porque allí lo que más abunda es su patriotismo sectario o vernáculo--, que esto de sentirse identificado con el país donde ha nacido y palpitar sus raíces y disfrutar de pertenecer a la mejor nación que existe en el planeta, no lo identifican o lo ven de una manera amorfa, vana o con indiferencia y que no les dice nada y son muchísimos --demasiados, por desgracia--, los que lo detestan y no lo admiten. El hecho de sentirse hispano y gozarlo día a día y no solo cuando la selección española de fútbol consiga éxitos, es una realidad que viene desde nuestra historia, de cómo hemos ido evolucionando a lo largo de los siglos y tanto como hemos logrado y el ejemplo extraordinario dado al mundo como la nación más universal que existe... ¿Es que eso no hay que tenerlo en cuenta y sentirlo y disfrutarlo y soñarlo y enorgullecerse de ello con pasión y emoción hasta lo más sublime de nuestras entrañas? Yo creo que sí, que la realidad entrañable y genial de nuestra España hay que celebrarla en todo momento y con mucho amor. 

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