En el año 2000 publiqué mi primer libro y fue de poesía. Llevaba ya mucho tiempo, desde que comencé a escribir en 1984, persiguiendo el gran sueño de ver un libro mío editado y al fin lo hice en la editorial madrileña INCIPIT. El volumen constaba de dos poemarios: "Poemas becquerianos y cancionero amoroso" y la tirada fue de mil ejemplares. Por entonces, en la televisión andaluza emitían un programa de literatura llamado PRETEXTOS que yo lo solía ver. Y a su presentador, que era un periodista, de repente un día lo reconocí por la calle. La primera vez que lo vi le dije que era un asiduo seguidor de su programa y que me gustaba verlo, porque tenía su interés. Él me dio las gracias y siguió su ruta. Cuando ya conté con una gran cantidad de ejemplares de mi ópera prima porque me los envió en una caja la editorial INCIPIT, me volví a encontrar otra vez con el periodista citado y no dudé en saludarlo y darle la noticia de que yo ya contaba con un libro editado y acordé en regalarle un ejemplar. Me dijo que se lo enviara a la televisión y una cosa que me preguntó es qué editorial me lo había publicado y se lo dije y se quedó callado. Le remití el libro y a los pocos días coincidió que lo vi otra vez por la mañana en el puente de San Telmo de Sevilla. En seguida, como no, le referí que si lo había recibido y me dijo que sí pero que no había leído todavía nada. Y lo seguí viendo a este señor y varias veces le insistí que si lo había leído, a lo que me contestaba que no y que no. Sucedió que en las siguientes ocasiones en las que me lo seguí encontrando, el gachó evitaba saludarme porque mi presencia no le era grata. En vista de esto ya no le dirigí nunca más la palabra. Y menos aún cuando viendo yo su programa televisivo, de repente me quedé perplejo e indignado, cuando hablando con sus invitados escritores comentó con burla que él recibía libros pero que no tenía piscina para poder quitárselos de en medio, al estilo de Paco Umbral. Está clarísimo que se refería a los "Poemas becquerianos y al cancionero amoroso", o sea, que se trataba de un libro digno de quitárselo de la vista con un "piscinazo". Así consideraba este miserable que se merece un tesoro como es este volumen mío. Paco Umbral falleció en 2007 y tiempo después me encontré en mis páginas de Internet una grata sorpresa. Apareció que mi libro estaba en la Fundación Francisco Umbral y pude verme en la circunstancia feliz de que este eximio escritor leyó el poemario que yo le mandé al periódico EL MUNDO en su día y le gustó. Y lo conservó en vida y no lo tiró a su piscina, como este periodista de mierda refería con escarnio, de que él no podía darse el gustazo de mandarlo a parar a la piscina al modo que lo hacía Umbral porque no la tenía. Paradojas curiosas que tiene la vida. Cierto día, mi madre y yo viendo este programa, le pregunté qué le parecía ese presentador, pero no le comenté nada de lo que me había pasado con él y que lo había conocido y toda la historia lamentable que acabo de contar. Mi progenitora en seguida le vio el plumero y me sentenció claramente: "ese tío se le ve que es un sinvergüenza".
El contraste entre la falta de respeto de aquel periodista y el reconocimiento implícito de un grande como Paco Umbral resulta una paradoja fascinante y, en cierto modo, reparadora. Aunque el camino estuvo lleno de sinsabores, tu libro logró encontrar un destino digno, trascendiendo las actitudes mediocres de quienes no supieron valorarlo en su momento. La sabiduría de tu madre en su juicio fue brillante; a veces, las primeras impresiones dicen más de lo que creemos. Gracias por compartir esta historia tan personal, que refleja no solo las dificultades, sino también las pequeñas victorias en el mundo literario, que precisamente por escasas son aún más gloriosas. Tu pasión es muy estimulante, Martín; no dejes de escribir. Que tengas una buena entrada en 2025.
ResponderEliminar