viernes, 26 de febrero de 2021

LA LIBRERA Y ANDALUCÍA

 Desde que descubrí mi pasión por la literatura en el año 1984, cuando tenía diecisiete años, no he parado de visitar las librerías, pues han sido los establecimientos preferidos que han estado presentes constantemente en mi vida. Una librería que comencé a frecuentar bastante --porque yo he solido a lo largo de los años ir a muchas y no solo a una o dos--, era la perteneciente a una hoy día extinta cadena en Sevilla, que estaba en la calle Asunción, en el barrio de los Remedios. Resulta que la librera que trabajaba allí era la dueña de todas, aunque entonces eran solo dos, pero con los años fueron creciendo hasta llegar a ser alrededor de diez establecimientos en toda Sevilla y algunos otros fuera de mi ciudad, en otras capitales. Con esta librera tuve una especial relación, pues supo que yo escribía y a los dos nos gustaba dialogar de libros y literatura. Pero después de muchas tertulias y una buena relación que mantuvimos, hubo un detalle de ella que me molestó bastante. Ella era del Norte de España, pero estaba afincada en Sevilla desde hacía muchos años, trabajando fuerte en el mundo del libro. Y comencé a escucharle cómo largaba mucho de Andalucía, de forma muy negativa hacia esta tierra que es el corazón de España. Cierto día, hablando con esta mujer, surgió de que yo era nacido en Andalucía y en concreto de Sevilla y yo le manifesté mi orgullo de ser andaluz. Quiero aclarar que ante todo y por encima de todo soy español y me siento hispano, pero dentro de España, mis raíces andaluzas las siento muy marcadas y estoy también muy orgulloso de ser andaluz. Cuando esta librera norteña observó mi alegría de ser andaluz, comenzó a largarme de que yo no tenía pinta de serlo, de que yo era de pelo rubio y parecía más nórdico y otras tonterías en contra de Andalucía que no venían a cuento y que a mí me repatearon de esta gachí. Me comentó que en Andalucía hay mucho analfabetismo y poca cultura, pero llegó a decirme una cosa que me pareció muy torpe y acarajotada por parte de esta señora y a la que yo paré en seco y la dejé cortada. Esta tía de buenas a primeras va y me dice que le dijera literatos andaluces, dando a entender que Andalucía ha dado poca cosa en el terreno de la literatura. Y yo, ni corto ni perezoso, comencé con parte de la extensísima nómina de escritores nacidos en Andalucía: Séneca, Luis de Góngora, Gutierre de Cetina, Baltasar del Alcázar, Fernando de Herrera, Pedro Espinosa, Luis Barahona de Soto, Rodrigo Caro, Francisco de Rioja, Francisco de Medrano, Luis Carrillo y Sotomayor, Juan de Arguijo, Bartolomé de las Casas, Lope de Rueda, Francisco Delicado, Antonio García Gutiérrez, Vicente Espinel, Duque de Rivas, Mateo Alemán, Juan Valera, Pedro Antonio de Alarcón, Gustavo Adolfo Bécquer, Antonio y Manuel Machado, Juan Ramón Jiménez, los Quintero, María Zambrano, Rafael Alberti, Pedro Muñoz Seca, Luis Cernuda, Vicente Alexandre, Federico García Lorca, Luis Rosales, Manuel Chaves Nogales, Alfonso Grosso, etc. etc. Esta sabionda librera, que es una gran lectora, se llevó un buen repaso, pero se dejó caer de que sí, en efecto, Andalucía ha dado escritores buenos, pero solo minorías. ¡Vaya otra necedad y torpeza de una amante de la literatura como ella! Los intelectuales y los artistas y la gente que ha destacado en la vida en general, son solo una escasísima minoría y no han existido ni en Andalucía ni en España ni en el mundo entero veinte o treinta o cuarenta millones de escritores. Vaya con esta librera, despotricando siempre de Andalucía, cuando ella ha vivido muchos años aquí y ha comido de los andaluces, que le han comprado los libros y que le han hecho prosperar en sus negocios de librerías hasta el punto de que no han parado de crecer. ¿No serán tan analfabetos los andaluces y tan incultos cuando tus librerías han crecido a ritmo vertiginoso y las ventas han evolucionado tan estupendamente aquí, en esta tierra de María Santísima? 

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