sábado, 11 de enero de 2020

LA POESÍA DE JOSÉ LUIS DEL CASTILLO

José Luis del Castillo Martínez (1941-2018) fue un vate español enormemente fecundo y variado, que se puede decir que tocó todos los palos en la poesía. En efecto, escribió y dominó la métrica y el verso libre. Cultivó una buena cantidad de estrofas, con mucho acierto, pues en cuanto a la poesía no había prácticamente nada que se le resistiera. Y en el verso libre o versículo cuajaba igualmente abundantes textos bellos: José Luis desbordaba talento y arte, pues nació para ello y lo hacía con una facilidad y disciplina asombrosa y admirable. Si toda la ciclópea producción de José Luis del Castillo se publicara y cada volumen recogiera la extensión normal que suele tener un poemario, sobrepasaría sin la menor duda los cien libros, pues desde el año 1982 que comenzó a redactar sus primeras creaciones líricas, hasta poco antes de caer enfermo en 2018, no dejó nunca de escribir y estar entregado a su oficio de poeta, fue una auténtica máquina de producir, lo que no quiere decir que el ser tan extraordinariamente prolífico le llevara a caer en abundantes obras de mala calidad. Es cierto --y es lo normal cuando se escribe tanto-- que le salieran muchas veces "churros", como él decía, pero lo que está claro es que por otra parte bordaba poesías geniales en cantidades muy considerables. José Luis del Castillo, que también firmaba con el pseudónimo de J. Delcasmar, creó una nueva estrofa, a la que denominó "Castillejo", derivación de su primer apellido, y que consiste simplemente en partir una décima por la mitad e insertarle un pareado. De esta manera el castillejo son doce versos y son ya muchos los poetas que lo han cultivado con interés y entusiasmo. Además, como decía, de ser un autor muy prolífero y completo en cuanto a la forma, José Luis lo fue también en los temas que trataba, pues escribió sobre copiosos asuntos: poemas religiosos, políticos, amorosos, satíricos, festivos, descriptivos, panegíricos, elegíacos, etc. Este poeta maravilloso y excelente persona le sacaba versos a todo, se le ocurría llevar a la poesía cualquier vivencia o anécdota que ocurriera en el día a día y su ingenio y capacidad y maestría prodigiosos no le hacían estarse quieto y raro era el día en que no se dejaba caer con un escrito: era un fuera de serie, un auténtico genio de la literatura.

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