MUJER QUE ME QUISO

No es que yo no te quisiera
mujer hermosa, encanto de muchacha.
No es que yo te rechazara sin motivos
cuando padecía locura de amor,
cuando estaba ansioso y obsesionado
por comerte a besos y abrazos
y entregarme apasionado a tu mundo
desbordante de belleza femenina.
No, no era que yo no te quisiera.
Existían y habían ocurrido en mi vida
demasiados problemas, vecina mía,
y embarcarme contigo en un romance,
en una aventura sentimental intensa
me hubiera provocado sin duda
a la larga muchos traumas o sinsabores
que yo quise evitar a toda costa.
Quisiera que leyeras esto algún día
y que supieras, mi vecina, mi corazón,
que mi destino mejor era la soledad
y que el amor nunca estuvo hecho para mí.
Yo observé y me di cuenta muchas veces
el deseo tan grande que yo despertaba
en tus sentimientos enamorados,
de que me ansiabas y me querías
y soñabas entregarte toda hacia mí.
No llegó nuestro anhelo conquistado,
no pudimos al final disfrutar a lo salvaje
lo que tanto deseamos y padecí mucho
tu tristeza y desazón, tu frustración
enorme cuando creías que yo iba a ser
el hombre de tu vida que tanto necesitabas.
No pude darte cariño, ni ternura, ni placeres,
ni pasiones de erotismo y de sexo
y de todo lo que vibrabas ardorosamente
por mí. Tú que fuiste quizás la doncella
que más me hizo soñar y que acaparó
con más energía y pureza exagerada
la aventura amorosa de mi existencia,
al final nunca hubo nada de nada.
Pero yo quiero que sepas que fue
por razones personales de salud
porque mis sensaciones inmensas hacia ti
fueron y siempre serán absolutas y totales.