lunes, 9 de julio de 2018

EL PARAÍSO SOÑADO

Soñando lo que pudo ser un radiante
pasado adolescente, una entrañable etapa
alegre y dichosa, pienso ahora sobre aquella vida
cruelmente sellada por la desgracia
y el dolor. Sí, vuelvo al pasado con el reflejo
de una realidad celeste, de cómo deseo
en mis tiempos actuales lo que debiera
haber sido ese periodo fundamental.
Yo me pierdo y me sumerjo en los sueños,
en ese atractivo onírico que tanto
me ha caracterizado siempre. Sueño, intento
descubrir una vida celestial y encuentro
la utopía de mi mundo adolescente.
Sueño que todo fue bello, que la estética
rodeó mi pasado y la ilusión sentida
fue saciada de contento y hermosura,
de la irresistible pasión de la existencia...
"Ese presente lleno de fortuna, de bienestar,
de amistad, cariño y amor". Ese presente
puro lleno de diversión, de encuentros, de sorpresas...
Ese reflejo de satisfacciones, de humor, de gozo,
de energía y calor; saludables sueños
y entretenimientos, actividades sin límites,
aficiones, proyectos, verdades conquistadas,
felicidad, ternura, comprensión y amor.
Siempre el amor, sentir el regocijo
de la pasión que más quiero. Sentir
la llegada de una aventura tierna
y gratificante que llena de aroma vital
las ansias del presente adolescente.
Es el amor, siempre el amor, el sentimiento
universal, la dicha que ha inundado
de profundas e inmensas sensaciones
mi mundo celestial. Memoria de una adolescencia
primorosa saturada de grandes verdades
que tanto se añoran cuando la realidad
avanza. Sí, amor paradisíaco, adorable
situación con una joven mujer que me quiere
y que nunca podré olvidar. El anhelo
amoroso recompensado, estimulado fielmente
por una doncella que me ama y que palpita
una intensa e impulsiva pasión conmigo.
Amor, delicia, rosa natural, aroma gustoso
y tierno y afable de increíbles maravillas,
manantial de pureza que ofrece esta certeza
en la que nos encontramos, esa infinita dicha
que es compartir dulcemente lo mejor de la vida.

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