El fulgor alegre de la mañana estival
nos irradia de sensaciones muy placenteras.
Saboreamos la miel de esta etapa genial
y vibramos con ilusión y ventura inmensa.
Esta vida hedonista nos es grata y feliz
y procuramos absorberla y sacarle jugo.
Disfrutamos de este paraíso juvenil
con toda la alegría y el gracejo del mundo.
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