Vayamos, amada mía, descubramos
los más celestes mundos marinos
y gocemos del paraíso apasionado,
ese elixir tan jugoso y querido.
Vayamos a sentirnos siempre unidos
en estos entornos de tanta belleza
que nos llenan de sueños infinitos,
que nos colman de sagradas purezas.
Vayamos, en fin, mujer, amada mía,
a donde más felices nos sentimos
porque el placer del agua marina
es el tesoro que siempre quisimos.
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