domingo, 18 de abril de 2021

ELOGIO AL ESCRITOR PROLÍFICO (3)

En la vida del escritor prolífico debe surgir la mentalización de considerar su tarea literaria para la que portentosamente ha nacido y se forma con constancia y por la que se ha decidido para siempre, como una profesión, como un trabajo que debe realizar mientras viva. Por ello, el escritor que tiene estas cualidades, estas grandes facultades para escribir, debe explotarlas al máximo, le cueste lo que le cueste debe volcarse por sacarle los mayores frutos a su prodigiosa actividad y darlo todo por la literatura. Es lo que denominamos "sentir una gran profesionalidad por este trabajoso y duro medio de vida que ha elegido". El autor que así lo quiere debe disciplinarse y esforzarse con intensidad, aunque es como una droga que le viene y en la que no deja de sentirse inquieto y motivado por poder sumergirse. Y salvo raras excepciones, difícilmente la va a abandonar, porque es la razón fundamental de su paso por el mundo como persona y como escritor. Y es así porque en la mente fértil y potente del escritor prolífico no cesan de venirle ideas, no dejan de surgir en su cerebro inspiraciones sobre posibles obras, y luego, con enorme afán de materializarlas y con la disciplina que le caracteriza, se entrega apasionadamente en el universo de la creación y día a día no para de trabajar, de producir su gran legado para la historia de la literatura. 

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