martes, 2 de marzo de 2021

LOS CONCURSOS POÉTICOS (3)

Se dan casos en que los premios se otorgan a obras que se lo merecen verdaderamente, que constituyen un claro acierto, que trascienden con los años y que son obras indispensables que marcan el buen hacer poético para la historia literaria. Pero, sin embargo, en estos escrutinios quedan rechazados y olvidados poemarios que también merecen conseguir algo, al menos su publicación, y que se lo impiden la deficiente organización de estos premios. Esta es una herida que padece el mundo de la poesía, como también lo es que se valoren obras y vean la luz por el simple hecho de que sea un amigo al que tiene que ir por la fuerza destinado el galardón. Es por ello por lo que se hace necesario y urgente para una mayor valoración de la poesía, que se editen más poemarios además del ganador. Solo así se podría sacar de la crisis a este género tan especulado, corrupto e injusto. Solo así se hará más justicia y valoración a unos seres enfermizos que tanta frustración y tristeza padecen porque no encuentran quienes les escuchen, quienes les otorguen luz a sus poemas, quienes, en definitiva, saquen adelante lo que desean expresar y que les dejen de una vez ser poetas, ser lo que son, lejos de tanta mafia, especulación y rechazo en este injusto y difícil mundo del arte que solo está beneficiando a unos pocos. Son poetas --y me refiero a estos pocos--, que con su suerte y enchufe, se lo están llevando todo y sacando tajada, muchas veces sin merecerlo. Y digo esto porque no deja de ser decepcionante para los poetas  --que no para el público, que no hace caso a esos libritos de poesía de tan pésima calidad--, el contemplar que se premien, o sea, que se pague tanto dinero y se publiquen unos poemarios que no tienen ni pies ni cabeza y que nadie soporta su lectura: eso está a la orden del día, no hay nada más que visitar las librerías y comprobarlo. Por otra parte, se crea un círculo vicioso... ¿Acaso Dante escribió la "Divina comedia" para presentarla a un concurso? Sucede que muchos poetas aprenden de las nuevas modas, heredan los vanguardismos mal concebidos, se dejan llevar por las últimas tendencias deshumanizadoras y siguen las huellas de los malos poetas, creyendo algunos que así también van a conseguir premios, escribiendo poemarios muy "originales y novedosos" con los que intentar abrirse camino, en vez de aprender de los grandes clásicos, de los buenos poetas del pasado que se pueden encontrar en tantas literaturas. Porque en las denominadas vanguardias también existen poemas geniales, pero se debe aprender de ellos positivamente y no realizar ese juego de especulación y arbitrariedad que está contaminando la poesía y que los premios se encargarán de pagarlas con buenas dotaciones y de editarlas, aunque, eso sí, con una mínima posibilidad de que vayan a ser leídas. No se lee poesía porque se publican pocos libros buenos y los que realmente merecen la pena también suelen pasar desapercibidos, por lo infectadas que están las estanterías de las librerías de tantas obras malas, que solapan a las de calidad, y por los precios tan excesivamente caros que suelen ponerles, sobre todo a las novedades. 

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