jueves, 4 de marzo de 2021

LOS CONCURSOS POÉTICOS (2)

Son muchos los concursos de poesía que se convocan anualmente en España, pero si no cumplen el importante y esencial objetivo de reconocer la labor poética de los autores presentados con acierto, generosidad y garantías, sirven de muy poco para ampliar y elevar el nivel cultural y el apoyo a las nuevas generaciones de poetas que surgen en el horizonte de nuestras letras. En primer lugar, los poetas no tienen que presentarse a un premio con la ilusión y la esperanza de que les vaya a tocar la lotería. Yo pienso que deben llevar en sus entregas más posibilidades de ser reconocidos porque según se conciben estos concursos, han quedado como una ruleta de la fortuna en la que solamente será valorado un poeta, y, en raras ocasiones, alguno más, y la gigantesca masa de obras enviadas se destinarán a su destrucción, otras en la menor parte de los casos, serán recogidas por los autores o devueltas por correo --esta última postura la adoptan, siempre con clara muestra de honradez y buen hacer, una mínima parte de las instituciones convocantes--. Pero de este mundo injusto de los premios de poesía, de su execrable organización, tengo que decir que muchos están manipulados, se les dan a los amigos --otro tema a debatir--, y se atormenta a tantos autores con el rechazo y el fracaso y todo esto sucede por no modificar esta política cultural que tanto está dañando el mundo de los poetas y de la poesía. No se pueden organizar estos premios para unos pocos, no deben ser loterías en las que tantos --la inmensa mayoría--, tengan que resignarse a dejar sus libros en el cajón después de haberlo intentado en uno y otro lugar sin éxito, y que su obras queden anuladas, incomprendidas y enterradas, quizás para siempre,  por la falta de apoyo de los jurados y, sobre todo, de los organizadores. Como ya he referido en el anterior ensayo, no es positivo el sistema de preselección pues debe de ser un jurado poético quien se encargue de leer las obras y decida cuáles van a ser las premiadas --¡y no una sola, que ya está bien!--, porque, sin duda, entre tan ingente cantidad de poemarios presentados siempre se pueden encontrar algunos con buen nivel, con una calidad aceptable, que merezcan su publicación y que no sea uno solo el que se lleve todo el reconocimiento. Este sería, a mi juicio, el método razonable de actuar en estos premios, es imprescindible que se hagan selecciones y se publiquen muchas obras que se lo merezcan. Y creo estar en el acierto al exponer un claro ejemplo de un premio, en este caso el que organiza una editorial y en el que se superan en cada convocatoria los trescientos libros presentados. Este éxito no se debe a la dotación económica del concurso, que no la tiene, es la oferta de la editorial de la publicación de las obras que les interesen al jurado, además de la ganadora y de la finalista. En este caso, los poetas buscan desesperadamente la publicación a través del premio y es esta oferta lo que hace que tenga tanta aceptación, tan gran nivel de concurrencia esta convocatoria que anualmente realiza esta editorial de poesía. Mucho más éxito que el obtenido por los premios de amplia dotación económica --ayuntamientos, diputaciones, fundaciones, etc.-- pero en los que siempre habrá que jugar a la lotería de llegar a ser el único ganador, para que después del resultado frustrante de todos los participantes --a excepción del solitario beneficiado--, no tengan acceso ni a la publicación ni a nada y sus ilusiones queden abrasadas en el fuego destructor de los organizadores del prestigioso y bien dotado certamen de poesía. 

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