viernes, 9 de diciembre de 2016

EL PRIMER DÍA DE TRABAJO

Desde hacía mucho tiempo Pablo había esperado con ansiedad la llegada de este día. Era el presente que tanto necesitaba para realizar su vida de una vez por todas, después del esfuerzo y la dedicación tan intensa efectuada para conseguir este objetivo trascendental en las realidad de las personas. Había sufrido la carga agobiante del paro durante cinco años. Después de finalizar el bachillerato no deseó ir a la universidad, ¡para qué soportar tantos años de sacrificio si después el futuro podría ser de lo más desesperante! Es la angustia de la sociedad, el problema capital, tanto estudiar y estar sin ganar ni un duro para después sufrir el severo revés del paro. Además nunca se consideró un buen estudiante como para haber hecho frente a una carrera con éxito. Sus aspiraciones tendrían que guiarse por otro camino. Y así fue cuando después de sus intentos infructuosos por encontrar trabajo, se planteó la preparación de oposiciones. Pero hasta lograr aprobar tuvo que soportar varios fracasos. Era sin duda frustrante agotarse de estudiar para después no verse en la lista de aprobados. Todo era cuestión de insistir por muy arduo que fuese porque Pablo sabía que la paciencia es un árbol de raíces muy amargas pero su fruto es dulce. Y tras tres años de amargura llegó la otra cara de la moneda, esta vez la positiva y Pablo consiguió lo que tanto quería; ya era funcionario y su vida la tendría asegurada para siempre. Todo lo vio diferente al llegar su primer día de trabajo. Toda la monotonía vivida durante tanto tiempo, de estar solitario, de tener que estudiar tanto, de no ganar ni un duro, de tener que soportar las presiones y disgustos familiares, ahora desaparecería de su mundo presente. Él ya trabajaba, ya había alcanzado una oleada de bienestar nunca sentida con tanta intensidad, había observado su progreso en la vida y pensó que esta vez la dicha le había sonreído. Ya se sentía enamorado de su realidad y enamorado de otra persona que había puesto también sus ojos en él, buscando el destino amoroso y unitivo de la vida. Ya había llegado la que también era otra de sus obsesiones, porque en el amor fue siempre un sobresaliente desafortunado. Otras ilusiones circulaban también por su mente y que todos sus amigos conocían, era otro objetivo que nunca había podido desarrollar con tiempo, desahogo y espacio. Pablo tenía inquietudes artísticas y ahora sería el momento de cultivarlas en su tiempo libre, era un autodidacta que se preparaba para su trabajo personal, era una verdad que siempre deseó y a la que por fin tendría acceso plenamente.

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