Después de navegar
tanto tiempo en el mar de tu memoria,
la soledad de mi alma
es perseguida por el constante sueño
de no poder olvidarte.
La viveza de tu amor
continúa en mis debates,
en los que intento deshacer
tu pasado de no desear
al corazón que tanto te quiso sentir
y que más solicitaba tu compañía.
El más sabroso fruto
que nunca llegué a probar,
de pasear contigo y desahogar
la soledad que sentía que me arrollaba
y que en mi desgracia
prosigue golpeándome.
Después de tanto caminar
buscando lo que me pedía la vida,
de gozar el más imperioso
de los deseos
y salir de tanto fracaso,
de tanta frustración y desengaño,
que siempre me ha planteado
la monotonía y el vivir
con la ilusión fragmentada.
Esta es la triste realidad
de mi juventud enfermiza
por no sentir
la salud de tu amor,
por siempre esencial
en la vida y en la realización
de mi persona.
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