Fueron muchos años de intensas relaciones
que también se manifestaron vivamente
con nuestras correspondencias epistolares.
Las cartas tradicionales manuscritas
que con tanta ilusión nos escribíamos,
testimonios de la amistad de entonces
y que hoy día todo eso se ha perdido.
Ya no gozo de la ilusión y el atractivo
de escribir a los amigos.
Ya no existe esa comunicación emotiva
que poco a poco se fue perdiendo,
porque unos amigos se esfumaron
y ya viven su vida y nada más
y porque otros se perdieron
por su nefasto comportamiento.
Y otros a los que la muerte
se los llevó y me los arrebató
de mi vida para siempre.
Fue una etapa mágica que duró
muchos años, la aventura de escribirnos
fue fecunda y talentosa mucho tiempo
y todos esperábamos con deseos y con ansias
recibir contestaciones, era muy grata
la sensación de coger del buzón
la carta afectuosa de un amigo
y darte el placer relajante de leerla.
Hoy día todo eso se ha perdido
y entre la gente es una cosa
que ya no se lleva, pues aquí lo que vale
es hacerlo a través de las tecnologías
y esta tradición de siempre se ha extinguido
o se cultiva muy poco, casi nada.
Pero las cartas que yo escribí
a mis amigos de entonces, cartas
que eran muchas plenamente literarias,
van a quedar dentro de mi obra
porque forman un gran epistolario,
con indudables virtudes literarias,
retazos de mi vida y experiencias,
nítidos ejemplos de mi biografía.
Una etapa hermosa y deslumbrante,
variada, copiosa y con mucha riqueza
que ya es razón de mi vida para siempre.
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