Siempre he sido un bohemio declarado.
Me he dejado arrastrar por la vida
desordenada del típico artista
que espera mucho de lo que hace
y al final una y otra vez no consigue
lo que son sus sueños y no halla nada.
Desde un principio fui disciplinado
y puse toda mi fe en el trabajo
y en el talento que imprimía
en lo que realizaba y que casi siempre
quedaba satisfecho con los resultados.
A pesar de los constantes fracasos
recibidos durante muchos años
nunca he querido perder la esperanza
de lograr la tan ansiada oportunidad
de culminar el sueño de toda una vida,
de resistir pasara lo que pasara,
porque todo es cuestión de insistir
y resistir porque el que resiste, gana.
Han sido demasiados años de lucha,
de esfuerzo y de sacrificios inmensos,
de vida bohemia con muy pocas garantías
de ver cumplidas las arduas aspiraciones,
de triunfos, de fama o de gloria en vida.
Después de cerca de cuatro décadas
esto se ha alargado demasiado
y uno merece ya muchas respuestas
a tanto como se ha caminado,
los frutos deben de llegar y la justicia
literaria tiene que aflorar en mi vida.
Demasiada bohemia, demasiada carrera
desarrollada para tan pocas satisfacciones.
Que la aurora de una nueva realidad
ilumine la inmensa obra acumulada
de quien ha consagrado toda una vida
a la belleza del arte de la palabra.
Te entiendo muy bien. Yo trabajo mucho para conseguir cosas en mi vida que después no se ven valoradas.
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