lunes, 25 de octubre de 2021

FINAL DEL VERANO

Siempre acojo con deseo el final

del verano. Llega un momento 

en que la rutina de la vida hedonista 

se hace pesada, me canso del estío 

y de la inactividad y quiero volver 

al dinamismo y la vida normal 

de la ciudad. Me gusta más el ambiente 

de la cotidianidad urbana porque ofrece 

un mosaico más amplio de quehaceres, 

una serie de actividades interesantes 

que en época de vacaciones no existe. 

La vida durante el año es variada

y el verano me aburre y me gusta poco. 

Cuando agosto llega yo me siento 

que quiero el movimiento usual de Sevilla 

durante el año, su trajín habitual, 

y que el verano y su pasividad, 

de repetir sus anodinas vivencias

se acabe cuanto antes. El estío

no es lo mío, las calores y la vida

tan paralizada por las vacaciones 

me produce crisis de agobio y fastidio. 

Cuando llega el final del verano 

lo vivo con placer y agrado, con el bienestar 

de recuperar la actividad común, de volver

a la vida acostumbrada y nada de estrés, 

ni de depresiones postvacacionales porque debe

haber de todo y el hedonismo constante 

no puede existir porque acabaría con todo

y la vida humana no podría desarrollarse

y realizarse jamás. 

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