martes, 10 de enero de 2017

BEATUS ILLE

Dichoso aquel
que huye
del mundanal
ruido
y se aleja
de la vida
oscura y agitada
y estresante
de la ciudad.
Dichoso aquel
que huye
y se evade
de ese ambiente
malvado
de la sociedad
urbana
y busca
y encuentra
el sosiego
y la paz suave
de la naturaleza.
Dichosa la soledad,
la tranquilidad,
el relax y el gozo
de respirar
el más puro aire,
alejado de relaciones
tóxicas,
de envidias,
de discusiones,
de hipocresías
y egoísmos,
de todo ese clima
podrido
y desagradable
que tanto abunda.
Sí, es así, en efecto
y la mejor
terapia y el bienestar
más absoluto
lo encontramos
en el mundo natural,
en la vida
solitaria o con pocas
relaciones.
Oh, sí, la verdad
de las sierras,
de los campos,
de las praderas,
de estos plácidos
lugares,
de estos encantos
que nos embelesan.
Quiero, ansío,
adoro, admiro
esta vida
descansada
y feliz,
sin tantas
envidias
y sin tantas
otras sombras
que nos dificultan
en las ciudades.
¡Oh, campo! ¡Oh, monte! ¡Oh, río!
¡Oh, mundo deleitoso!
¡Oh, vida verdadera!
¡Oh, realidad clara,
alegre y despierta!
Despierta de placer,
de disfrute pleno
de este universo
tan maravilloso.
¡Oh, tesoro de realidad!
¡Oh, pureza sincera
de la mejor
y más saludable
existencia,
de la sublime
situación
que es amar, sentir,
absorber y beber
de los más hermosos
paraísos de la Tierra!

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