Manuel tenía veinte años y desde hacía tres se dedicaba con toda ilusión y esfuerzo a escribir poesía. Esta labor la compaginaba con sus estudios de periodismo, otra actividad que le fascinaba y que se correspondía en muchos aspectos con la lírica. Se daba la circunstancia de que había momentos en los que le atraía más recrearse y desahogarse con su particular afición literaria que con sus estudios. La poesía era su otro camino y le gustaba escribirla en sus ratos libres, cuando toda su materia de trabajo la tenía asimilada. Poco antes de terminar el curso de orientación universitaria fue cuando se inició en la lírica, pero ahora que lo pensaba le hubiese gustado descubrir este apartado de su vida mucho antes. Años atrás, estudiando el bachillerato, sentía un vacío intelectual, no tenía esa segunda actividad que le llevara a ilusionarse más con su futuro y con un presente que le otorgara nuevas satisfacciones, ese estímulo que no había encontrado durante algún tiempo con el dibujo, la pintura o la lectura de algunos libros de su aún pequeña biblioteca. No obstante, durante estos tres años no había perdido el tiempo y eran ya cuatro libros de poemas en los que trabajaba. Sentía muchas inspiraciones, escribía bastante y cuando llevaba una racha larga sin escribir, se sentía incómodo e insatisfecho. Le gustaba crear nuevas composiciones, aumentar el caudal de su producción poética y sobre todo sentirse realizado con lo que hacía y observar el acierto que tanto deseaba en sus poemas. Estando en plena actividad durante el verano en el que había finalizado su tercer año de periodismo, le surgieron nuevos temas de futuros libros y los anotó. Pero prefirió no abarcar tanto y terminar primero con los poemarios en los que llevaba trabajando desde sus comienzos en que se consolidaron las ideas que supo trascender. Días antes de que finalizara el estío concluyó estas cuatro creaciones. Ya solo le quedaba intensificar su revisión y pasarlas a máquina, porque siempre había pensado que son muchas las correcciones que hay que realizar antes de su publicación. Algunos de sus primeros poemas los había repasado hasta cuatro y cinco veces y todavía pensaba que podrían surgir más retoques si en el momento que lo observara lo estimase oportuno. Había finalizado una etapa poética ambiciosa, su etapa inicial y ahora deseaba seguir con la poesía, pero pensó en dedicarse con más preferencia a la narrativa porque le podría dar mayores frutos en el campo editorial. Se había dado la circunstancia en Manuel que durante su carrera solo había escrito sobre los trabajos que le mandaban realizar en la facultad y sin embargo por cuenta propia nunca había elaborado nada extra o personal en torno al periodismo. Esto lo dejó para la poesía. Pero ahora le interesaba mucho más avanzar en la carrera para intentar coger trabajo y cuando comenzó el curso dejó atrás la creación poética y se dedicó más en serio al periodismo y la narrativa. Pasaron los dos últimos años de carrera y Manuel tenía ya veintidós años y todo un futuro por delante, si bien con sus libros no había conseguido frutos porque tuvo que someterse al fracaso de los concursos de poesía que eran muy difíciles de ganar. Durante estos dos años había estado centrado en la redacción periodística, a aprender de los grandes articulistas y a aplicar sus estudios universitarios a la disciplina y el esfuerzo que requiere elaborar la tarea diaria para que toda la información esté a punto. Pero mientras esto ocurría y se desenvolvía en diversidad de actividades preparándose para cuando encontrara trabajo en alguno de los diarios de la ciudad donde había vivido siempre, Manuel no dejaba de leer y de tener en cuenta la poesía. Deseaba con avidez encontrar trabajo, ganar dinero y poder algún día iniciar su segunda etapa o ciclo poético que presentaba abundantes e interesantes proyectos. Mientras esperaba que surgiera la fortuna de dar a conocer sus obras terminadas, esos libros en los que había trabajado tanto y que deseaba que encontraran lectores, en vez de permanecer aún encerrados en el cajón, en el cajón donde no irían a ninguna parte y donde no merecían estar más.
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