Desde este ventanal de la atalaya
divisamos con gozo el panorama
de nuestra urbe tan bella y conocida
con la flor de la dicha conquistada.
Contemplar la ciudad donde nacimos
y ahora nos queremos con pasión
es la gloria y el cielo sensitivo,
la elegancia de amarnos con candor.
Ya amaneció la rosa enamorada
que juntos disfrutamos con ensueño.
Ya germinó la pura llamarada
en nuestros corazones compañeros.
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