jueves, 6 de agosto de 2020

LA INGRATITUD

Sucede en esta vida que uno tiene la suerte de conocer a buenas personas y congeniar con ellas desde un primer momento. Y se inicia una entrañable y feliz relación amistosa que da la impresión que va a durar toda la vida. Así me ocurrió con un vecino con el que la amistad transcurrió fielmente durante más de quince años. Este colega se mantuvo durante todo este larguísimo periodo de tiempo como lo que demostró ser una y otra vez: una excelente persona que me apreciaba y admiraba plenamente, como yo igualmente le correspondía a él. Entre nosotros hubo una atracción y un sentimiento de filantropía como pocos casos yo creo que se dan en las relaciones humanas. Este otrora amigo admiraba y elogiaba y apoyaba como pocas personas lo han hecho en mi vida mis virtudes literarias, mi talento para la creación y siempre deseó y ansió de que yo en el futuro destacara y lograra triunfar en la cultura y alcanzara la gloria en vida. No obstante, y esto me lo dijo varias veces, puso en duda y desconfió de mí de que si yo lo lograra, mi actitud podría ser distante hacia él y que se me subiera el éxito a la cabeza. Y que pudiera rechazar su amistad y mandarlo a paseo. Este que suscribe tiene que confesar que si yo lo hubiera conseguido entonces mantendría con honradez, generosidad y buenos sentimientos mi amistad con él y no se me hubiera subido la popularidad por las nubes. Y lo habría celebrado y festejado por todo lo alto con él quizás más que con nadie y me hubiera sentido dichoso y orgulloso de su amistad y compañerismo siempre, aunque hubiera conseguido una fama y un prestigio monstruosos. En cambio, este antiguo camarada, sin él haber conseguido triunfar en nada, tan solo ser un ciudadano de a pie o un pobre hombre que se le subió el matrimonio a la cabeza y que quiso gozar intensamente de su vida familiar, sí actuó como creía que yo haría en el caso de triunfar en la vida. Pero a ver, se trata de una personalidad pobre, débil e ingrata que se ha dejado tiranizar por su señora. Y que me borró para siempre del mapa de su vida, que me niega el saludo cuando me ve, que se enteró de la muerte de mi padre tras una larga agonía y no me quiso dar ni el pésame y que me anuló rotundamente sin motivos y sin razones y que no significo absolutamente nada para él. Toda esta mierda es porque al hombre le cambió la vida --pero sin éxitos, ni triunfos, ni glorias de por medio--, y ya quiso solo realizar plenamente su vida familiar.

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