lunes, 6 de julio de 2020

JEAN-FRANÇOIS CHAMPOLLION

Después de quince siglos de incógnita,
de permanecer ilegibles los jeroglíficos
egipcios, de no acertar nadie a descifrar
su significado, llegaste tú, Champollion,
y revelaste los misterios de estas antiquísimas
escrituras. Sí, Champollion el Joven, sentiste
atracción desde muy niño por las inscripciones
jeroglíficas y, con la intención de descifrarlas,
profundizaste en el estudio de las lenguas
orientales conocidas. Y emprendiste el estudio
de la piedra de Rosetta a través
de una reproducción, e identificaste los nombres
de cada uno de los personajes de la estela.
Investigaste los caracteres griegos, demóticos
y jeroglíficos de un decreto honorífico
de Ptolomeo V y al comparar estos textos
estimaste que se trataba del mismo texto
y estableciste una lista de correspondencias.
De esta forma conseguiste identificar
con toda certeza las primeras letras
hasta completar el alfabeto.
Pero proseguiste con tus trabajos
para profundizar aún más y escribiste
el Compendio del sistema jeroglífico
donde demostraste que los jeroglíficos egipcios
pueden ser a la vez objetos y sonidos.
Tu labor investigadora, Champollion,
fue genial, tu inteligencia, capacidad y esfuerzo
permitió a la Humanidad conocer
muchísimo más a cerca de la historia,
el arte, la literatura y la cultura
del antiguo Egipto facilitando el camino
a la moderna egiptología.

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